A raíz de la declaración de Donald Trump, presidente de los EE UU, el jueves pasado, donde anuncia la movilización de entre 2 mil y 4 mil integrantes de la Guardia Nacional a la frontera con México, con el objeto de frenar la entrada de inmigrantes ilegales, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, dio este jueves un mensaje a la nación sobre “los acontecimientos recientes que afectan la relación entre México y los Estados Unidos”.
Dijo que la política exterior del país, concretamente con la Administración del Presidente Donald Trump, .él tiene la responsabilidad de dirigirla, considerando dos principios fundamentales:
“Primero. Salvaguardar, ante todo, el interés nacional, nuestra soberanía y la dignidad de los mexicanos.
“Y, segundo, mantener una visión constructiva y abierta, que nos permitiera superar diferencias, enfrentar retos comunes y alcanzar acuerdos.
Agregando que: “Hemos sido congruentes con esta visión.”
Pareciera que no hay congruencia de la Presidencia con el primer principio que cita. Recuérdese la recepción a Trump, en México, durante la campaña presidencial de aquél.
Ya son dos ocasiones en que los mandatarios no logran propiciar las condiciones adecuadas para un diálogo personal en alguno de los dos países. Por el contrario, la comunicación telefónica y el famoso Twitter han encendido los ánimos.
En política exterior pareciera que el interés nacional es exportar mano de obra para recibir remesas, cuando que el interés nacional debiera ser conservar en el país la fuerza de trabajo física e intelectual de los mexicanos.
Recuérdese que los estratos socioeconómicos de México son bastantes y muy grande el trecho entre los que menos tienen ante los pocos que detentan grandes fortunas.
La soberanía nacional ya ha sido violentada desde el momento en que se venden las playas y privatizan incluso a extranjeros; se otorgan concesiones para la extracción de minerales en perjuicio de las comunidades y ejidos; se han privatizado las carreteras y, recientemente, se abrió el petróleo al mercado internacional.
La privatización solo ha sido negocio para los grandes capitales de mexicanos y extranjeros. Pero la anti soberanía no solo es privatización, también lo es el abandono de la infraestructura en comunicación, la desaparición de los ferrocarriles, la producción agropecuaria, la inseguridad pública, el narcotráfico, la corrupción, la impunidad y la reforma laboral que viene, por enunciar algunos.
La dignidad de los mexicanos la ha pisoteado el propio gobierno con las llamadas reformas constitucionales, que si bien son legales no son legítimas. Más de la mitad de las personas viven en pobreza. ¿Acaso eso no es indigno? Sobre todo cuando el propio gobierno ha dado muestras de incapacidad, desinterés y, lo peor, de corrupción.
La militarización de la frontera y la construcción del muro son temas que han servido para posar, para hacer circo, con el que el gobierno trata de lavarse la cara ante toda la serie de infamias legales e ilegales que ha cometido en contra de la población mexicana, en su conjunto y/o en partes.
Y le siguen el juego los candidatos presidenciales, haciéndole el caldo gordo.

